Un lugar mágico, un lugar pintado de todos los colores, donde las montañas surcan los cielos, donde las aves se dejan llevar por la libertad del viento, y donde la vida germina, florece y da su fruto como solo ella sabe hacerlo.
Con una extensión de 340 mil hectáreas, el Parque Nacional Huascarán es un área protegida por el estado peruano que se ubica en la Cordillera Blanca, la cordillera tropical más alta del mundo, en el departamento de Ancash, en las provincias de Huaylas, Yungay, Carhuaz, Huaraz, Recuay, Bolognesi, Pomabamba, Huari, Mariscal Luzuriaga y Asunción; en su territorio alberga una variada riqueza en flora y fauna andinas, imponentes montañas nevadas, lagunas de extraordinaria belleza y un paisaje incomparable que sorprende a todos los que lo recorren.
Esta área natural protegida, maravilloso espacio para la práctica de muchos deportes de aventura como el trekking y montañismo, fue creado el 01 de julio de 1975 mediante Decreto Supremo N° 0622-75-AG, con el objetivo de proteger la Cordillera Blanca, su riqueza de flora y fauna, formaciones geológicas, nevados y bellezas escénicas.
En 1977 fue declarado Reserva de Biosfera por la UNESCO, y diez años después de su creación, en 1985, fue incluido en la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO. El Parque Nacional Huascarán es uno de los más emblemáticos del país puesto que protege una de las zonas con la mayor diversidad biológica y cultural que tiene el Perú.
En sus 158 kilómetros de longitud de norte a sur y 34 kilómetros de este a oeste, este parque alberga más de 300 lagunas de origen glaciar, 660 glaciares, profundos valles por encima de la región quechua y 41 ríos que alimentan las cuencas de los océanos Pacífico y Atlántico, haciendo de esta zona uno de los parques más importantes del país en potencial hidrológico.
Este patrimonio natural peruano es famoso por albergar en su territorio a 16 picos nevados que superan los 6,000 metros de altura, siendo el más elevado el Huascarán, con 6,678 m.s.n.m., una de las joyas del Parque que lleva su nombre, objetivo anhelado de los amantes del andinismo y del turismo de montaña. Destacan también, con su imponente presencia y belleza, los nevados Caraz (6,025), Chopicalqui (6,354), Copa (6,188), Hualcán (6,122), Huandoy (6,395), Huantsan (6,369), Palcaraju (6,274), Puca Hirka (6,046), Quitaraju (6,040), Ranrapalca (6162), Chacraraju (6,112), Santa Cruz (6,259) y Tocllaraju (6,032).
Con su peculiar forma piramidal, rasgo que lo hace bastante atractivo para los amantes del montañismo, el Alpamayo, con sus 5,947 m.s.n.m., es uno de los nevados más representativos que se yergue en esta zona protegida a quien la prestigiosa revista Alpinismus (Munich, Alemania) le otorgó en el año 1966 el título de “La montaña más bella del mundo”; y se ubica entre las quebradas Los Cedros y Arhuaycocha, en el distrito de Santa Cruz, provincia de Huaylas.
Debido a la fragilidad de sus ecosistemas, en la actualidad esta reserva natural es víctima indefensa de los efectos del calentamiento global, siendo el retroceso glaciar una de las consecuencias más visibles. Principal evidencia de este hecho es el nevado Pastorruri, emblemático glaciar de la Cordillera Blanca, (ubicado en el distrito de Cátac, provincia de Recuay) que entre los años 1995 y 2016 ha perdió el 60% de su superficie glaciar y entre los años 1980 y 2016, ha sufrido 610 metros de retroceso glaciar; aun así, hoy en día sigue siendo uno de los destinos turísticos más importantes en la zona de reserva, considerado ahora como la «Ruta del cambio climático», que permite ver de cerca el impacto real e irreversible del calentamiento global.
El Parque Nacional Huacarán es todavía una gran parcela de paraíso pese al alto impacto del calentamiento global. Posee importantes circuitos de caminata y montañismo donde se pude disfrutar de espectaculares paisajes, de la naturaleza y de la maravillosa cultura de los pueblos que se desarrollan por estos lares; ofrece además numerosas y variadas actividades recreacionales como ciclismo, paseos en bote, pesca y avistamientos de flora y fauna. Es responsabilidad de instituciones, pobladores y visitantes contribuir a su preservación y cuidado, solo así, las generaciones venideras disfrutarán de su magnificencia y beneficios.